«No hay cárceles buenas, sólo hay cárceles peores que otras»

 

 

Por la ampliación de la lucha FreeJeremy para incluir una crítica anticarcelaria.

Ginebra | 1 de junio

Jérémy* es un compañero suizo que se encuentra en cárcel preventiva por las acusaciones de sabotaje contra la multinacional Holcim en su contra. Para saber más: https://congresodelospueblos.org/solidaridad-con-jeremy-preso-politico-en-suiza/

Este texto ha sido escrito por Le Silure, colectivo autónomo de Ginebra. La idea es ampliar el debate alrededor de la liberación de Jérémy, y, a su vez, hacer propaganda sobre el papel de la cárcel. El texto tiene referencias muy suizas, pero es un aporte a la reflexión sobre la privación de la libertad y la justicia en nuestro mundo.

Este texto fue publicado durante la última semana de mandato de Mauro Poggia (extrema derecha) como consejero de Estado del Cantón de Ginebra, quien estaba a cargo del Departamento de Seguridad, Población y Salud (DSPS). Va a concluir con la presentación de su gran proyecto de reforma al sistema penitenciario ginebrino, que incluye un importante aumento del número de plazas carcelarias. El viernes 2 de junio hubo una manifestación por la liberación de nuestro compañero Jérémy*, en prisión preventiva en Champ-Dollon (cárcel de Ginebra) desde el 15 de marzo de 2023. Le Silure aprovecha esta oportunidad para reiterar que ninguna reforma del sistema penitenciario es deseable, y que sólo la lucha por su abolición vale la pena.

Este texto recuerda algunos hechos sobre las prisiones y las luchas que las rodean. [1] Las prisiones forman parte de una serie de dispositivos que constituyen el sistema de detención penal y administrativa. Como escribe el colectivo ginebrino Parlons prisons: «[Es] una herramienta utilizada para criminalizar a personas económicamente debilitadas por un sistema capitalista y racista.» [2] La mayoría de los reclusos son exiliados y personas de clase trabajadora, muy a menudo racializados, con problemas de salud mental, consumidores de drogas, etc. Los suizos blancos son la excepción. En este sentido, y volveremos sobre ello más adelante, Jérémy* no es un preso como los demás. Se trata, pues, de un modelo punitivo que sirve para mantener y proteger los intereses de la clase burguesa blanca dominante, manteniendo alejadas y aisladas a las personas criminalizadas por su condición social, o que se niegan a aceptar el orden de la sociedad. Sirve como amenaza para disuadir a cualquiera de salirse de la línea, aunque la mayoría de las personas encarceladas a menudo no tienen más remedio que recurrir a la ilegalidad para sobrevivir.

La policía, con sus férreos controles en los barrios populares, persigue a las personas racializadas no por los delitos que cometen, sino por el color de su piel (controles faciales) o por una presencia que consideran indeseable (trabajar en la calle, sobre todo). Por otra parte, la mayoría de los delitos de cuello blanco (delitos cometidos por una persona “respetable” de alta posición social en el ejercicio de sus funciones), rara vez se castigan con penas de prisión (a menudo, estas personas tienen derecho a acuerdos para cumplir sus penas en casa, por ejemplo). Del mismo modo, la justicia y el racismo sistémico de las instituciones judiciales saltan a la vista: los mismos delitos no se castigan con las mismas penas en función de la posición social del individux: los más privilegiados de la sociedad consiguen a menudo eludir la cárcel. Como explica Parlons prisons en el texto citado anteriormente, la cárcel se utiliza para controlar la inmigración, gestionar a los «indeseables», proporcionar mano de obra gratuita y reprimir a los opositores políticos.

 

La cárcel se utiliza para controlar la inmigración, gestionar a los «indeseables», proporcionar mano de obra gratuita y reprimir a lxs opositores políticos-exs.

Jérémy» es un preso político que acaba en Champ-Dollon porque es activista. Como hemos dicho, no es un preso como los demás, porque la represión rara vez se ceba con individuos jóvenes y socialmente integrados como él. Su caso es raro, por eso atrae tanto la atención de los medios de comunicación, por ello, esta es una oportunidad para que señalemos en este texto que la lucha por su liberación es también la lucha por la liberación de todas las personas. Rechazamos la idea de que algunos presos merecían el destino que les tocó y que otros no. Creemos que la prisión nunca tiene un efecto positivo, que siempre es violenta e inútil, y que sólo sirve para destruir vidas. Todos los presos son presos políticos, son las cárceles y todas las formas de encierro las que deben ser abolidas.

Por Jérémy*, ¡por todxs!

«En tiempos de crisis, la represión se agrava para todxs, ya sea por la supervivencia cotidiana o por la acción militante. Es una respuesta del Estado a los ataques contra él o contra lo que protege, un medio de garantizar el orden y asegurar la continuidad del sistema. (…) No obstante, se adapta a los diferentes grupos sociales y contextos a los que afecta, y a los diferentes actos a los que se dirige. No es lo mismo cuando ataca a inmigrantes ilegales, traficantes de droga o activistas. Las separaciones que existen en la sociedad se reproducen y cristalizan en la represión mediante un tratamiento diferente, un arsenal judicial y policial particular.» [Extracto de Mauvaises intentions #3, en torno al juicio antiterrorista de mayo de 2012].

 

Historia de la protesta contra Champ-Dollon (Carcel de Ginebra)

En Ginebra, el rechazo a hacer la distinción entre “prisionerxs políticxs” y “prisionerxs de derecho común” se impuso con fuerza por primera vez en las luchas que se oponían a la prisión de Champ-Dollon al momento de su apertura.

A este complejo penitenciario, inaugurado el 25 de mayo de 1977, se opusieron enérgicamente activistas del MLF (Movimiento de Liberación de la Mujer), del GAP (Grupo de Acción Penitenciaria) y de Secours Rouge [3]. Al mismo tiempo que la inauguración, el movimiento de protesta celebró una manifestación y, el día anterior, lxs militantes piratearon la radio FM para difundir un mensaje en el que invitaban a la gente a manifestarse [4]. En él, los activistas decían: «No hay cárceles buenas. Sólo las hay peores. Champ-Dollon es una de las peores».

Mientras las autoridades afirmaban que Champ-Dollon ofrecería mejores condiciones de detención, lxs activistas critican «la ubicación de la prisión, la arquitectura que favorece el aislamiento y el cierto número de suicidios que se producirán» [5]. Desgraciadamente, tenían razón: apenas dos años después de la apertura de Champ-Dollon, siete reclusos se suicidaron, sin contar los intentos fallidos [6]. Después de casi cada suicidio, se produjeron manifestaciones a las que asistieron varios centenares de personas y en 1978 se constituyó un Comité contra el Aislamiento. Por un lado, el Comité apoyaba las reivindicaciones de los presos para mejorar las condiciones de detención y, por otro, abogaba por la abolición de la prisión.

 

Todxs lxs presxs son presxs políticxs

En los años 70, el Comité contra el Aislamiento adoptó el lema «todos los presos son políticos»:

«Para el Comité, los presos comunes son encarcelados principalmente por robo o daños a la propiedad, que son todos intentos de «reapropiarse individualmente de una parte de la riqueza robada, extorsionada, acumulada por los ricos, los terratenientes, los capitalistas» [7].

No podemos sino estar de acuerdo. Hoy se castigan los mismos delitos, sólo han cambiado las personas criminalizadas. También en suiza, la justicia está concebida para beneficiar a los ricos. Castiga sobre todo delitos menores como los daños a la propiedad, como demuestra claramente el caso de Jérémy*. Todxs lxs presxs son políticxs porque la elección del castigo mediante el aprisionamiento es una elección política, pero también porque son resistentes frente al sistema capitalista y racista, personas que luchan por su supervivencia mediante la reapropiación de la riqueza, personas que luchan contra la violencia de este sistema profundamente desigual.

 

Enfoque sobre la detención administrativa y las infracciones de la Ley de Inmigración

A diferencia de los años 70, una de las funciones actuales de la cárcel es regular la inmigración. Para explicarlo brevemente, estar indocumentado en Suiza es un delito penal castigado con un año de prisión: se trata de una infracción de la Ley de Extranjería (LEI, antes LEtr). Además, cualquier persona indocumentada, prohibida o no, que haya solicitado asilo o no, puede ser sometida a detención administrativa. Por último, permanecer en Suiza o regresar después de haber sido expulsado (prohibición dictada por un juez penal) constituye una infracción de la prohibición y se castiga con tres años de cárcel. La LEI «hace de la prisión la antesala de la máquina de deportación (centro de expulsión, detención administrativa, aeropuerto). La «liberación» se transforma entonces en una segunda condena: la deportación. [8] Las personas en detención administrativa son también presos políticos que se resisten a lo que Suiza y su sistema migratorio les imponen. Se resisten a que sea Suiza la que decida si las razones para abandonar un país son buenas o malas, cuando las razones del exilio están casi siempre vinculadas a las consecuencias de la colonización. Se resisten a que las fronteras sean límites, a que los papeles definan dónde tienen o no derecho a vivir.

El centro de detención administrativa de Favra (cárcel administrativa de Ginebra) ha sido noticia últimamente. Se señalaron las condiciones inhumanas de detención, que llevaron al traslado de las seis personas allí retenidas a otros establecimientos [9]. Cerrar Favra es un buen primer paso, y un primer paso hacia el cierre de todos los centros de detención administrativa. De hecho, existe una solución sencilla para eliminar las infracciones de la ley de extranjería: ¡abrir las fronteras!

 

La cárcel es un castigo

Las condiciones de detención, denunciadas en Favra y en general en todas las cárceles de Ginebra [10], no son más que una parte del problema. Como cuenta Jérémy* a su familia, las condiciones de detención no son realmente el problema, el problema es el encierro en sí mismo. El encierro en sí mismo es un castigo, porque destruye a lxs presxs y a sus familias [11].

La cárcel aleja a lxs presxs de sus amigxs y familiares. Aunque la inmensa mayoría de las personas encarceladas proceden de entornos sociales desfavorecidos, han sido exiliadas o no disfrutan de los privilegios de la blancura, encerrar a un miembro de la familia sólo puede empeorar unas condiciones de vida ya de por sí difíciles.

La cárcel dicta cómo y cuándo comen y duermen lxs presxs. Altera los sentidos [12] (por ejemplo, la vista se deteriora al no poder ver más allá de la celda de enfrente) y tiene consecuencias para la salud (enfermedades cutáneas, pulmonares y psicológicas). Los presos se ven obligados a estar totalmente ociosos, y cuando es posible trabajar, es de forma indigna y tan mal pagada que no puede llamarse trabajo remunerado. La cuestión del trabajo en la prisión es compleja: por un lado, las personas encarceladas en Ginebra se ven privadas regularmente de trabajo, lo que impide a algunas de ellas seguir dando dinero a sus familias y comprar alimentos en la tienda de la prisión [13]. Por otro lado, el Estado y las empresas privadas se benefician de esta mano de obra cautiva y prácticamente gratuita. Esta banalización de la mano de obra gratuita también forma parte de la normalización del castigo y la deshumanización (alguien ha hecho algo malo y no debe recibir un salario normal).

Aunque la inmensa mayoría de las personas encarceladas proceden de medios sociales desfavorecidos, han sido exiliadas o no gozan de los privilegios de la ciudadanía, encerrar a un miembro de la familia sólo puede empeorar unas condiciones de vida ya de por sí difíciles.

La vida cotidiana en prisión significa vivir bajo vigilancia constante y con miedo a la violencia de los guardias, que ocupan una posición de autoridad que les permite cometer abusos constantes. A esto se añade la falta de intimidad y el miedo a que registren su celda en cualquier momento y confisquen sus pertenencias (libros, fotos u otras posesiones). Estar bajo vigilancia constante significa no tener ni un ápice de libertad de movimiento. En la cárcel no hay respiro ni descanso. La cárcel deja huella en las personas mucho después de su encarcelamiento.

 

Movilización dentro, movilización fuera

Creemos que las luchas siempre son mejor libradas por personas que están sometidas a un sistema de dominación. La cárcel no es una excepción, aunque rebelarse en prisión sea más complicado que en otros lugares. En Champ-Dollon, paralelamente a las luchas llevadas a cabo en el exterior de la prisión desde su creación, como se ha mencionado anteriormente, hubo luchas en el interior, incluido el motín del 4 de junio de 1979. Los presos denunciaron sus condiciones de detención y exigieron varias mejoras [14]. El 4 de junio, salieron al patio y subieron al tejado para exigir negociaciones con la administración penitenciaria. El motín fue sofocado violentamente, e inmediatamente se activó una oleada de solidaridad desde el exterior de la prisión.

Más recientemente, hubo protestas en Champ-Dollon en abril de 2020 [15]. Veintitrés presos se negaron a regresar del paseo para protestar contra la desastrosa gestión de las comidas durante el Ramadán. En 2022, varios presos de La Brennaz se declararon en huelga contra las condiciones de detención durante la ola de calor [16]. En ambos casos, la administración penitenciaria no comunicó los motivos de las protestas y su única respuesta fue la represión.

Para apoyar estos movimientos de protesta desde el exterior, podemos hacer todo lo posible para sensibilizar y transmitir las luchas internas, para dar fuerza a las personas que luchan, para mejorar las condiciones carcelarias.

También podemos apoyar a los grupos locales que luchan contra la cárcel, el sistema penal y la violencia policial.

Y, por último, nunca debemos dejar de luchar por un mundo sin cárceles ni ninguna otra «alternativa» [17].

Salimos a la calle el 2 de junio a las 18.30 h para exigir la libertad de Jérémy*, ¡pero también la de todos los presos!

Porque todos los presos son presos políticos,

¡Destruyamos todas las cárceles!

 

Collectif le Silure, Mayo 2023

 

[1] Para obtener información detallada y actualizada periódicamente sobre la situación de Jérémy, le invitamos a leer el blog dedicado a su campaña de liberación https://freejeremy.noblogs.org/ . Le Silure ha preferido no volver sobre la campaña en este texto.

Y también : https://congresodelospueblos.org/solidaridad-con-jeremy-preso-politico-en-suiza/

[2] «Derribemos los muros. ¿Para qué sirven realmente la justicia y la cárcel?», texto fundacional del colectivo: https://parlonsprisons.noblogs.org/post/2022/01/27/brisons-les-murs/#Tri%20social.

[3] Amici, Nelson, Les luttes anticarcérales à Genève (Saint Antoine – Champ-Dollon, 1975-1980). Construction d’un mouvement, Tesis de licenciatura en Historia General, Ginebra, 2022.

[4] El programa puede escucharse aquí: https://inventaires.archivescontestataires.ch/index.php/radio-pirate-101-champ-dollon

[5] Ibid, p.28

[6] Según Alain Guignet, en un estudio publicado en 1981 sobre los suicidios en prisión entre el 1 de octubre de 1977 y el 31 de marzo de 1979, por cada 4 suicidios consumados había más de 80 intentos de suicidio (citado por Amici, ibíd.).

[7] COMITÉ CONTRE L’ISOLEMENT, Lettre ouverte vers l’intérieur, Ginebra, julio de 1978, Archives contestataires, fonds MLF, MLF-GE-S4-SS7.

[8] https://parlonsprisons.noblogs.org/post/2022/01/27/brisons-les-murs/#Contr%C3%B4le%20de%20l’immigration

[9] https://www.letemps.ch/suisse/geneve/detenus-centre-detention-genevois-favra-ont-transferes-dautres-etablissements

[10] https://www.coe.int/fr/web/cpt/-/the-council-of-europe-s-anti-torture-committee-publishes-a-report-on-switzerland

[11] Sobre el papel de los familiares, véase https://parlonsprisons.noblogs.org/post/2022/01/27/brisons-les-murs/#punir

[12] Sobre esta cuestión, véase el trabajo del colectivo antiprisión La Brêche https://niet-editions.fr/catalogue/un-peu-de-bon-sens/.

[13] Como recientemente en La Brenaz, donde los reclusos lanzaron una petición https://www.tdg.ch/prives-de-travail-des-detenus-lancent-une-petition-821271023328

[14] Apertura de zonas comunes, posibilidad de visitas entre celdas, introducción de salas de visita privadas y creación de un comité de presos (Amici, op. cit., p.39).

[15] https://renverse.co/infos-locales/article/mouvement-de-protestation-a-champ-dollon-3057

[16] https://www.rts.ch/info/regions/geneve/13252350-des-prisonniers-sanctionnes-apres-avoir-fait-greve-en-raison-de-la-chaleur-etouffante.html

[17] La gestión alternativa de las penas (brazalete electrónico, semilibertad y otras) no cuestiona en absoluto el castigo. Son simplemente otras formas de encierro, menos escandalosas pero igual de violentas. Sobre este punto, véase en particular el libro Éprouver le sens de la peine , o los trabajos de Foucault sobre la cuestión. La cuestión del castigo es abordada por Catherine Baker en Pourquoi faudrait-il punir? («¿ Por qué habría que castigar?»)

Equipo Jurídico Pueblos

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