SOBRE SERPIENTES Y PIES DESCALZOS

 

 

 

“La justicia es igual a las serpientes, sólo muerden a los que están descalzos” 

Óscar Arnulfo Romero Galdámez. Sacerdote católico salvadoreño asesinado el 24 de marzo de 1980 por paramilitares de los Escuadrones de la Muerte.

 

¿Qué es la justicia (en términos penales) en Colombia? ¿Quiénes la ejercen? ¿Es un imperativo social o es un discurso pomposo y adornado? ¿Es la protección de la gente de bien y la persecución al delincuente? ¿Es la barrera que separa a los ciudadanos de los no ciudadanos? ¿Es un designio divino que solo los elegidos en la tierra pueden ejercer? ¿Es la distinción entre el bien y el mal? ¿Es una estrategia política? ¿Es el encarcelamiento? Los cuestionamientos de seguro serán muchos más, y las respuestas de una diversidad copiosa, pero podríamos coincidir en algo sumamente elemental: y es que la justicia penal no es neutra, no es pasiva, ni mucho menos objetiva, tras de ella y su ejercicio hay unos intereses que evidentemente llegan a ser contradictorios con el fi n constitucional de esa “justicia”. Entonces surge una pregunta más ¿quiénes son las serpientes y quiénes son los que caminan descalzos?

En los últimos dos meses se ha venido imponiendo mediáticamente en Colombia la fi gura de un “salvador”, de un mesías futurista, del “dictador más cool” (como él se autodenomina), de un joven emprendedor de gorra, corbatín y un discurso “mano dura” contra el “terrorismo”; ahora ese joven millennial es el referente moral (casi espiritual) de aquella clase política que asegura que no eran 6402, y que si los asesinaron fue porque “no estaban recogiendo café”. Pues sí, ahora Nayib Bukele, actual presidente de El Salvador, es la fi gura mesiánica que los grupos políticos tradicionales en contubernio con los medios de comunicación en Colombia quieren solapar como un referente de seguridad y prosperidad para Latinoamérica.

Sin entrar en detalles sobre los “logros” de Bukele, como los han sido por ejemplo las 5082 vulneraciones a los DDHH durante el Régimen de Excepción, las desapariciones forzadas y la detención arbitraria de niños y niñas, centrémonos brevemente en lo que en Colombia han querido vender como la panacea para resolver los problemas endémicos del país: la construcción de mega cárceles que operen bajo un régimen violento y de aislamiento total, como por ejemplo, el Centro de Confinamiento del Terrorismo, cuya capacidad estimada es de 40000 personas.

Esta y otras prisiones, hacen parte de las estrategias que ha implementado el gobierno salvadoreño, en el marco del Régimen de excepción, para “contrarrestar la operatividad” de las pandillas. Pero, no han sido simplemente el baluarte propagandístico y punitivista del “bukelismo”, en la materialidad, son centros para torturar y amilanar a esos “tatuados”, a ese “desecho social”. Como bien lo afirma la organización de DDHH CRISTOSAL: “La violencia infligida hacia las personas privadas de libertad forma parte de una deliberada política de castigo y terror impulsada por el mismo presidente Nayib Bukele y los funcionarios que integran el gabinete de seguridad”1 .

Sobre esto en Colombia se ha hablado poco o nada, pero sí ha sido recurrente la masificación mediática de supuestas encuestas de opinión, que dan por hecho una aceptación de más del 90% del gobierno de Bukele por parte de la población salvadoreña. Pero bien sabido es que las encuestas de opinión no son un fi el reflejo de la objetividad estadística, es más bien la técnica “tramoyera y elegante” de producir opiniones, posicionar discursos y promocionar mesías.

Que en Colombia haya un sector político determinado -y también un sector poblacional-, que vea en la fi gura de Bukele una experiencia para importar al país, y que además, los grandes medios de comunicación tengan una postura definida que busca enaltecer a este “dictador cool”, demuestra una vez más que la justicia, y específicamente el encarcelamiento como fi n último de la misma, dejó de ser el ejercicio constitucional que aplica una normativa o jurisprudencia para contrarrestar contravenciones, para convertirse en un discurso que disimula descaradamente la aplicación del aparataje punitivo contra todos aquellos que sean considerados como los “enemigos internos” del Estado.

Basta con advertir el actuar de la Fiscalía General de la Nación, cuyas investigaciones contra capos del narcotráfico, genocidas de apellidos Uribe Vélez, cabecillas del Clan del Golfo, gente de bien que han robado los erarios públicos del país, en fi n, contra todos aquellos amigos y fi chas claves de la mafia estatal y para-estatal, terminan por refundirse en los archiveros de la fiscalía o terminan por la preclusión de la acción penal.

Dos preguntas más: ¿Por qué en los últimos días el fiscal general Francisco Barbosa está haciendo constantes pronunciamientos ante los medios de comunicación? ¿lo hace por un interés genuino de promulgar la verdad y la “justicia”, o lo hace por la necesidad de posicionarse como una fi gura política y de oposición al gobierno actual?

Así que esas serpientes no solo están dispuestas a morder los pies descalzos, de ser preciso, se zamparían la pierna entera con tal de no abandonar la madriguera que usurparon.

PD. Gracias a todas y todos lxs que decidieron enviar sus palabras a este espacio. Esperamos seguir contando con ustedes.¡Jueguen vivxs!

 

Equipo Jurídico Pueblos

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