Voces Fugadas, que es como hemos llamado nuestro espacio pedagógico radial, nació de la necesidad de recibir y transmitir ampliamente los sentires y pensamientos de la población reclusa, pero además del interés por que los derechos de quienes se encuentran en prisión fueran conocidos por ellas y ellos a fin de tuvieran herramientas para defenderlos y salvaguardarlos.

Cuando comenzamos había llegado la pandemia y los centros penitenciarios habían sido completamente cerrados para las visitas de familiares, abogadxs y organizaciones sociales, mientras tanto, las personas privadas de la libertad eran sometidas al aislamiento bajo unas condiciones indignas y sus voces eran silenciadas por el aplastante peso de los muros. Para entonces, lo que había sido la cátedra de Derechos Humanos que se venía implementando en algunos penales del país, tuvo que cancelarse.

Las ya duras condiciones de la prisión, se vieron agudizadas con la condena general al aislamiento en condiciones de hacinamiento, traslados indiscriminados, atención médica deficiente, todo ello a puerta cerrada y con posibilidades limitadas de comunicación, eso nos puso ante el primero de los problemas que tendríamos que sortear, ¿cómo romper el silencio? ya no sólo el que atraviesa la difícil situación en las prisiones, sino aquel que imponen las instituciones y que se complementa con una postura generalizada que supone que quienes entran en prisión no tienen más derecho que la muerte.

Pero posturas semejantes, promovidas por el establecimiento y por los medios de comunicación, así como por una política criminal de corte punitivista, pasan por alto las circunstancias y contextos desiguales e injustos que llevan a que quienes un día fueron niños y niñas, lleguen a prisión. Es decir, pasan por alto la responsabilidad, que como sociedad nos cabe sobre quienes terminan, por diversas circunstancias, en un centro de reclusión.
Lo que nos propusimos entonces fue crear contenidos pedagógicos sobre Derechos Humanos desde una perspectiva crítica, dichos contenidos debían ser transmitidos por radio. En medio del proceso nos fuimos decantando por hacer otro tipo de contenidos sonoros, para formato digital, con posibilidad de acceso por diferentes medios y plataformas, de modo que quienes quisieran participar del proceso pedagógico pudieran hacerlo desde diferentes lugares.

Si algo se exige de un proceso pedagógico que se precie de serlo es partir de la consciencia de que no existen verdades reveladas, que no se puede partir de otra certeza que no sea aquella que nos señala el camino de las preguntas, es entonces como vamos construyendo puntos de referencia para entender el mundo más allá de todo dogma, más allá de toda explicación sintética que hable de nuestra realidad como si de otra, completamente diferente, se tratara.

Nuestra propuesta, ha tenido como objetivo principal aportar, desde el ámbito pedagógico, en la construcción de pensamiento crítico. Por lo tanto, consideramos que nuestro trabajo se inscribe dentro de lo que técnicamente conocemos como educación popular, pero, al tratarse de contenidos de carácter digital también la identificamos como una propuesta de educación y comunicación alternativa.

Al ser resultado de la dominación, pero sobre todo de las resistencias de personas, la mayoría de ellas, anónimas, que fueron abriendo caminos diferentes, reivindicamos nuestro carácter marginal, pirata, vándalo. Por eso en parte, y también porque consideramos tanto a la pedagogía como a la cárcel, escenarios de disputa que deben ponerse en la discusión pública, lo que hacemos tiene sentido y este texto que tienen ante sus ojos, constituye un aporte, al menos una herramienta para pensarnos el enseñar a aprender, a tomar consciencia, que es el problema por excelencia de la educación y es uno de los principios de acción de la educación popular.